jueves, 5 de noviembre de 2009

Que todo vuelva

Marchite las ventanas para no dejarte ir, lo que no advertí fue que yo era el único que estaba atrapado; y así fue que me acostumbre a la obscuridad, recorriendo las paredes, leyendo con la punta de los dedos. Al principio por movimientos torpes te ocasione magullones, luego fui perfeccionando mis movimientos, sigiloso como un gato, de aquí para allá sin ser detectado, me hice cómplice de las sombras, ellas fueron intimas, casi amantes; por un tiempo estuvo bien, por un tiempo fue suficiente, pero de a poco comencé a extrañar la luz, necesitaba reencontrarme, reinventarme, necesitaba volver; de tanto caminar de pared a pared, abrí una grieta que luego fisuro la casa y la luz que no es mezquina se coló por las hendijas; pero mis ojos descuidados no supieron leer los colores, eran extranjeros, turistas en mi cuerpo.
Hoy los estoy recuperando uno a uno, empecé por los rojos, le siguieron los azules, al último llegaron los amarillos; solo queda esperar que todo vuelva.

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