
puede que ya haya recorrido muchas veces los 2,5 metros cuadrados de cama, pienso en eso que te iba a decir, comienzo a elegir las palabras, las separo, las lustro, las peso, pero no las muerdo, y me doy cuenta que son demasiadas, inmediatamente abandono la idea, me incorporo y me visto de agua caliente, y comienza mi día, comienza mi cacería, mi búsqueda, y vaya si conozco de cacerías necias, se puede decir que casi siempre termino actuando como un perro que se persigue la cola, siempre quiero algo que no puedo alcanzar pero a la vez tengo en mi, soy como un niño grande, soy ese adolescente pisando los 30; camino, cuento pasos, cuento baldosas flojas que decoran la botamanga de mi pantalón de un sucio macramé, y bajo la mirada por que le temo a tus ojos, temo que seas la respuesta a la pregunta que no quiero formular y siento que tu mirada me busca, un calor que me embriaga, me quema la nuca, sigo mi camino y te recuerdo en otra boca y luego en otra voz; y de repente me decís que lees esto y que lo encontras triste, ¿vos crees que es triste? pero si esto es el otoño en pleno fulgor, y en mi barrio al otoño lo llaman soledad; yo me rio de las hojas secas, del amarillo cansino, de los primeros fríos ¿a caso no oyes el eco de mi risa?
El otoño es folk, el folk es amarillo, el amarillo es bastante pálido en otoño, el olor a estufa es amarillo, el folk es guitarra, la guitarra es triste en otoño.
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